viernes, 13 de diciembre de 2019

mi campo

a veces cierro los ojos para poder concentrarme mejor. así consigo visualizar ese momento que quiero recordar (tiene cojones que haya que cerrar los ojos para “visualizar”, ¿eh?). los cierro poco a poco, alargando el tiempo entre parpadeo y parpadeo hasta no abrirlos. cualquiera que me vea pensará que me he quedado dormido. y, si la imagen aparece borrosa, descanso la cabeza apoyando el lateral de la frente entre el índice y el pulgar de mi mano derecha. puedo llegar incluso a apretar o relajar los párpados buscando un efecto de zoom sobre aquello que tengo a tiro. busco sin saberlo lo que necesito, moviéndome en el escenario que se abre ante mis cerrados ojos. y una vez repasado todo, los abro saliendo de matrix.
anoche, sentado frente a una cerveza suiza, quise recuperar un momento especial. iba a poner irrepetible (en lugar de especial) pero todos los momentos de la vida son irrepetibles. por alguna razón me vino a la cabeza un día concreto de mi vida. después recordé que en aquel momento tenía 14 años, justo los que había cumplido mi hija el día anterior. y ahí ya todo tuvo más sentido.
el momento que buscaba (y encontré) no fue cuando los cumplí yo. el momento que observé al cerrar los ojos tenía lugar dentro de un renault 12 familiar. en medio de la recta infinita del valle Amblés que lleva de mi pueblo a Avila. conducía mi padre y hablaba mi madre. iba a ser mi primer día en el instituto y, como en mi pueblo no había, me llevaban interno a la ciudad. me dejarían allí y una semana entera por delante. acojonao.
apoyé la cabeza en los dedos y apreté los párpados para bajar a la conversación. mi madre, más nerviosa que yo, hacía de maravillosa madre hablando sin parar y dando toda clase de indicaciones. ya sabéis: come bien, sobre todo come bien. estudia, no te despistes que vienes a estudiar. pórtate bien que si te castigan no volverás el fin de semana. si necesitas algo, nos llamas. toda la ropa sucia, el viernes para casa. y así hasta el infinito...
pero yo notaba que no buscaba eso. necesitaba algo más. apreté con los dedos en la frente porque con los ojos ya no podía hacerlo más. dentro del coche se hizo el silencio. ya se veía la muralla de Avila y eso enmudeció a mi madre. estábamos llegando a destino. entonces llegó el momento. mi padre carraspeó ligero (no se si en la realidad lo hizo pero aquí si), redujo una marcha y solo dijo:

“esteban, según queda el surco así es el agricultor”.

abrí los ojos, bebí un trago largo de la cerveza, muy despacio....y pense en como estaba arado mi campo.

domingo, 17 de noviembre de 2019

vamos a cien

el viaje ha empezado y vamos con la ventanilla bajada. como antes. sintiendo el viento en la cara, sin ninguna prisa, con música de fondo pero de charleta. con ganas de ir disfrutando del viaje. paramos a mear cuando nos apetece sin tener que buscar un área de servicio. solo una carreterucha que entre a una finca, un camino de tierra que lleva a un pinar o un hueco de esos que sirve para ensanchar la calzada sin más. paramos a comer en algún pueblo que nos engancha por su nombre o por el campanario de su iglesia o sus casas. paramos y buscamos luego el bar. como antes. apretados en el asiento de atrás llevamos un puñaico de buena gente, no me hagáis decir cuantos pero los que subisteis en la salida y los que hemos ido recogiendo por el camino ya sabéis como conduzco. en el asiento del copiloto, de doble plaza. un mallorquín y una rubia. ¿qué puede salir mal? ¡ nada !

tenemos mapas que nos acompañarán durante el trayecto, preparados y revisados a conciencia por el experto. si nos perdemos, recalculamos la ruta y seguimos para no dejar de pasar por los sitios clave. vamos a cien. tenemos ganas, alimentadas y dosificadas cuando se necesitan, sin malgastarlas, con la ayuda de quien de verdad sabe como hacerlo. al menos como hacerlo conmigo. pasó en ehunmilak y esta pasando de nuevo ahora. por eso, vamos...vamos a cien !

en el asiento de atrás hay jaleo. la gente quiere saber por donde vamos, si queda mucho o si se puede cambiar la música. uno pregunta si puede fumar. otro recuerda como tuvimos que llevar el coche al taller el día antes de salir porque una rueda estaba baja. hay un tercero que recuerda que, en el maletero, en su mochila lleva un trozo de pan, una navaja y algo de matanza. y otro...otro dice que se ha dejado el bañador en casa. equipazo :-)

vaya viaje que nos estamos pegando, amigos. vaya viaje que nos vamos a pegar, Toni. vaya viaje que recordaremos toda la vida Albix. ¡ y eso que solo vamos a cien !

gracias a todxs, arranco que seguimos...


martes, 22 de octubre de 2019

parar y volver

lunes casí cumplido. abrí los ojos estirado en la colchoneta, boca arriba, con la garganta seca y la cabeza esponjosa. desde mi posición, y girando un poco la cabeza, pude ver mis zapatillas aparcadas junto al sofá con los cordones sin desatar. ¿cuánto tiempo llevaba allí? aún no debían ser las nueveimedia porque bix suele venir un poco después de esa hora y aún estaba solo. a oscuras. cerré los ojos de nuevo que, en la negrura del salón, no servían de mucho y además me ayudaban a potenciar el oído. nada. un silencio ensordecedor que no daba pista alguna. sentí que había salido a entrenar y noté las piernas cargadas. sentí que había salido a entrenar y me noté sudado y sucio. sentí que había salido a entrenar y tuve hambre. hambre y sed. ¿cena-ducha o ducha-cena?

el agua caìa fresca sobre mi cabeza mientras visualizaba el trozo de atún que tenía en la nevera esperando. y algo de ensalada del día de antes. y una cerveza. había estado dando vueltas a mil cosas mientras corría. mil vueltas a unas fuentes y a un proyecto. el proyecto. treintayun kilómetros de ronda, buen calentón. amenazaba lluvia pero en eso se quedó, por lo que la sensación de victoria frente a las desgana de los días nublados era doble. envuelto en la toalla caminé con las piernas cargadas hacia la cocina. preparé todo para la cena y volví a vestirme. las adidas aún no estaban en su sitio y para algunas cosas soy bastante maniático. me abronqué (suave) a mi mismo y las saqué del salón. el olor a pescado inundó el ambiente aunque la campana de la cocina se esforzaba en echarlo fuera. mañana el ácido láctico se agarraría así de fuerte a mis músculos. ¡ que delicia de agujetas !

acababa de cenar contento mirando lo que había vomitado el suunto en la app mientras yo me duchaba. se abrió la puerta. conté mi batalla de entreno, hablé de mi libro que ya había adelantado por whatsapp. pedí un abrazo, el abrazo de los campeones. sonriendo pero notando que más que en strava, los kilómetros estaban en mi cuadriceps... pero era ahí donde tenían que estar. era ahí donde los quería. es ahí donde han de sumar. y luego en el sofá pensé el que pone las tareas. y se que después de la semana pasada estará contento de ver la faena del lunes acabada. somos tan simples a veces.

jueves, 8 de agosto de 2019

son cosas distintas

no ibamos mal pero me he parado en medio de una subida.
justo lo que digo que siempre hay que evitar. “busca un ritmo uniforme que abajo te resulte cómodo, la mayor parte de la subida ajustadito y te cueste mantener los últimos metros”. no es fàcil pero se aprende: unas veces llegando sobrado arriba y otras no hay tutía de mantenerlo y has de aflojar.
pero esta vez he parado.
la cabeza centrifuga. va y vuelve. no tiene cintas que seguir y descose pensamientos y lógicas que no llevan a conclusión alguna. prueba por otro lado y se vuelve a enrriscar. sonrío sorprendido por la libertad con la que analiza, construye o desmonta. ¿y si no encuentras el camino porque has salido del sitio equivocado? reconozco que es un tema que me ocupa más tiempo del necesario. y eso que tu forma de hacerme pensar y verlo me da una luz que yo solo no he sabido encontrar. sabes que es un tema que me preocupa manejar bien. sabes de mis carencias y mis puntos fuertes. y oirte es aire fresco entrando por una ventana en medio de la ola de calor.
me vuelvo a poner en marcha.
yo entremezclaba todo y cruzaba rutas paralelas que solo se habían de tocar en ciertos puntos. coincidiendo pero volviendo a su sitio tras el contacto. tras esta parada noto que algo ha cambiado y que la rampa es menos exigente. he mirado hacia abajo y creo que la trazada ha sido la correcta. la mejor posible con algún pequeño despiste por exceso de confianza. ahora se trata de llegar arriba con todo en su sitio. y que la parada no programada refuerce el tejido del que estoy hecho. que lo haga más resistente. o más impermeable. porque si al llegar arriba no tienes la sensación de tener controlado el tema, ¿quién se va a tirar cuesta abajo con la confianza plena de que no caerás?
yo no, desde luego.
como tu dices, son cosas distintas y se han de manejar por separado. que razón tienes.

martes, 16 de julio de 2019

¿que tienes, ehm?

¿qué tienes...? tienes nada.
tienes nada y a la vez lo tienes todo. tienes piel de pollo cuando minutos antes de la salida suena de fondo la txalaparta y tu corazón, a ritmo, golpea fuerte el pecho por dentro. tienes escalofríos por la nuca mientras tus pies se mueven nerviosos intentando copiar el aurresku que bailan bajo el arco de salida. tienes nervios. y tienes un puñado de gente mirándote solo a ti y deseando que todo te vaya bien. y amigos de viaje alrededor. la mirada no se posa en ningún sitio, hasta que encuentras unos ojos tranquilos, medio vidriosos que te transmiten los que necesitas. o al menos lo que buscabas. y tener, tienes nada. pero nada te falta.


corres los primeros metros y te llenas de buenas sensaciones mientras sonríes y piensas en quien piensa en ti. porque después de unas zancadas dejarás de pensar, por instinto de supervivencia, y no tendrás ni pensamientos. pero aún así seguirás teniendo de todo. un bosque, una campa, un pala de hierba o un montón de piedras que marcan un camino, tu camino. una antena a la que subir, un monte lejano al que llegarás de noche. ese par de dos que repetirán en quince de los avituallamientos. quince veces, si. y tienes un vasco, un catalán, un malagueño, un escocés....un alguien que trota al lado. de vez en cuando tienes una conversación más o menos larga que te lleva a otra. o a un silencio. igual que una bajada lleva a una subida. o a otra bajada. tienes sed. tienes hambre. que es como tener nada. tienes el incondicional equipo de voluntarios en cada avituallamiento. tienes compañeros que esperan o a los que frenas. y cuando pasan los kilómetros tienes una noche entera y una luna casi llena para ti. lo tienes todo, ¿no? un frontal - o mejor aún, un reguero de frontales delante tuyo- que marca el camino que lleva hasta el alba. otra subida con su bajada. y un pueblo. tienes hasta una pausa para contar como te va. para escuchar como vas. no dejes de parar.


van pasando los avituallamientos como perlas enganchadas en un collar de 100millas. cada vez más vacío y cada vez con más momentos que llenan. bebes, comes, corres, andas, abrazas, sonríes, sudas, tropiezas, preguntas, respondes.... bailas ¿como que tienes nada?
mírame.
deseando estaba veros.
el camino de meta solo es uno. vosotros seguid ahí que me hacéis invencible. si, ahora lloro...tengo lágrimas pero también tengo más energía para seguir. hasta el final. y cuando vuelva a pasar el día y llegue la noche habremos cubierto juntos todas las etapas. las 100 millas, los 168 kms. y en meta, después de casi 30h juntos y bien vacíos todos por el esfuerzo hecho disfrutaremos de tener nada.
porque lo tendremos todo. ehunmilak, te tenemos.

miércoles, 5 de junio de 2019

ex-guince

no era terreno de mal pisar pero había agujeros de esos que se esconden a la sombra de los arbustos. no había piedras sueltas, ni raíces asomando el lomo y volviéndose a hundir un poco más adelante. trotar el sendero no requería un cuidado especial más allá del típico escaneo de los tres o cuatro metros por delante de tus pies. ese espacio que ilumina el haz de luz del frontal cuando corres de noche. me entretenía solo controlando ese espacio que no esta más lejos de lo que llega un “latigazo” doble cuando vacías la nariz de mocos para coger bien aire. iba entretenido en conversación amena pero no creo que con mucho contenido. nos divertíamos.
un poco más adelante un corredor en el suelo caído. se agarraba el tobillo y se retorcía quejándose. “esta vez si, ahora si me he torcido bien el tobillo“. bajamos un poco el ritmo, paramos la charla y nos acercamos preguntando si necesita algo. “no hace falta, solo avisad que estoy aquí y no se si podré llegar...”
.....
estoy en el suelo, casi encima de él. risas pero mi tobillo duele. ¿puede ser que me haya caído en el mismo agujero? la sensación es la habitual de una torcedura al uso que con el trote y unos minutos se pasa. hasta que me pongo de pie. risas pero, joder, molesta al apoyar. me lo callo. lo minimizo. como ayudándolo a desaparecer. nos despedimos del “caído” que sigue en el suelo y seguimos. no se pasa. no se pasa. no se pasa. este me lo llevo a casa, pienso. no se pasa. no se pasa. quince kilómetros después entramos en meta, pero hasta llegar al coche no descubrimos el daño. el bulto canta por si solo. ya sabemos lo que toca. risas pero algo más nerviosas.
.....
dos semanas después de mezclar estar parado, una pequeña recaída (mientras caminábamos) y la falsa paciencia solo tienes ganas de volver. volver a entrenar. ilusión por buscar ese hueco (casi) cada día para correr. vigilar de reojo el tobillo pero pensando en no tener que volver a parar salvo por decisión propia. un rato nuestro. o varios ratos. la vida pasará pronto por EHM

miércoles, 22 de mayo de 2019

sieteseis

me encanta esa forma que siempre has tenido de hacer las cuentas. porque en el fondo hay un mensaje vitalista que yo me intento apropiar e introducir en mi vida. nunca ha tenido peso en tu lógica el número de años que llevas trajinados. pocas veces respondes con la cifra seca de manera reactiva y casi automática a la pregunta de ¿cuántos haces? ahora ya la agilidad no es la misma pero el protocolo no parece haber cambiado.  y con un poco de ayuda lo sacas palante, como todo lo que te has propuesto en la vida.
desde el balcón, cada vez más alto al que te asomas, ves cosas que ya no entiendes. huyes del jaleo más que nunca pero te asusta la soledad excesiva...y, ¿a quién no? piensas que es por la altura pero yo, desde unos pisos más abajo, tampoco comprendo. el equipo nunca ha funcionado a la perfección pero siempre hemos aprendido juntos. yo más de ti. que todo se anduvo y todo se miró...
hoy habrás vuelto a hacer lo de cada año cuando mamá te haya dicho que era tu cumple. o así lo he imaginado yo al despertar.
¿ah, si? ¿hoy ya?… dosmildiecinueve menos milnovecientoscuarentaitres son setentaiseis. joder, cuantos !!
y te habrás sonreído después de repasar la cuenta un par de veces.

domingo, 19 de mayo de 2019

olores

pararse en medio de un entrenamiento al pasar por un pinar y respirar hondo. sobre todo esos días en los que estuvo toda la noche lloviendo y el día arrancó pronto y caluroso. llegas después de un rato trotando en subida por un descubierto que te mete, de golpe, entre los árboles. llega la sombra, se va la luz. refresca. el suelo esta mojado y la pinaza se convierte en alfombra densa y cómoda de pisar. un olor intenso llena el aire y lo hace más denso, dirías que te alimenta. cierras los ojos, respiras profundo y casi masticas pino.

estas en la línea de salida y todo el mundo esta nervioso. hablamos entre nosotros pero no decimos nada importante. aunque poco importa eso porque tampoco lo escucharíamos. ya llevas casi diez minutos esperando y las ganas de empezar pasan por encima de todo. por encima de todo menos por encima de esa mezcla de olor a sudor nervioso mezclado con reflex y geles de calentamiento o el fermentado de alguna mochila que no se lava para que no pierda prestancia. y a medida que se acerca el momento nos vamos apretando más y el olor va in crescendo. el pistoletazo y todo se difumina.

vas por una pista donde hay un curva a izquierdas. nada más pasarla, una flecha mal dibujada con cal en el suelo te desvía hacía un pequeño sendero. justo en la entrada cuelga de un arbusto una cinta de dos colores. giras sin bajar el ritmo y entras en el estrecho camino que pica para abajo. pronto descubres que por ahí no ha pasado mucha gente antes. los que van delante y pocos más. todavía huele a hierba cortada, a desbrozadora trabajando, a ramas podadas caídas en el suelo que te regalan al correr un festival de aromas.

abrazas. cierras los ojos y apoyas la cabeza en su hombro mientras la nariz roza su cuello. y sientes que ella hace lo mismo. respiras hondo y un olor familiar del que disfrutas mucho te relaja y te desconecta de todo. alargas todo lo que puedes el achuchón porque era lo que buscabas. te encanta este momento pero sin abrir los ojos buscas su olor, el de su piel. y lo encuentras. ahora ya vuelves al olor primero, el olor suyo maridado con issey miyaki. y ahí te quedas. que empiece otro día más...

lunes, 13 de mayo de 2019

aventura

a veces (te) pasan cosas. a veces (te) pasan personas. a veces las dos cosas juntas. así podríamos definir aventura.
y un GR sirve como hilo conductor de una aventura que empieza mucho antes de la salida... y que no quieres que termine nunca. seguir unas cintas te hace darte cuenta que un camino es mucho más que caminarlo, una sonrisa dura más que el momento que se dibuja en la cara y un guiño cómplice con un ligero golpe de cabeza es el mejor “vamooos” que existe.
somos seres vitales y amamos las cosas que nos hacen sentir vivos. buscamos a aquellas personas que nos ponen un brillo en los ojos que solo se va al cerrarlos. nos quedamos con los compañeros de viaje con los que, al asomarte al puente y sin tener que explicarlo, descubres la misma trucha nadando río arriba. somos seres vitales que celebramos con cerveza nuestros logros, nuestras cosas, nuestras aventuras.
y, con la frecuencia de un lejano cometa dejándose ver al atardecer, llegan ratos muy especiales como la tarde del pasado sábado. un (otro) pequeño escalón en el que poner un pie para apoyarse y dar un empujón hacia la siguiente pantalla. hacia el siguiente momento que será, seguro, mejor que los anteriores.
entre campos de cereal y amapolas trotas con la mejor compañía posible, quejándote del calor que hace. buscas la noche con la tranquilidad que da llevar un frontal a la espalda. paras a comer y beber algo porque aquí no se puede fallar. y un “espera” y un “seguimos” articulan conversaciones más largas. y un “¿como vas?” y un “te aseguro que acabo” son el cemento que une gestos cómplices, tropezones y distancias flexibles a lo largo del camino. ingredientes todos de la aventura.
y cuando te tapas en meta, porque hace ya frío, te giras y te sientes muy orgulloso de quien ha corrido a tu lado. te sientes afortunado porque te ha dado su confianza para algo que no conocía. y disfrutas de ver como alguien que persigue un reto se ha esforzado y lo ha conseguido. y un abrazo que alargas con la excusa de dar calor para el tiempo en mitad de la noche.
y pasa el lejano cometa. el cometa aventura.

domingo, 5 de mayo de 2019

10

todo pasa de una manera eternamente rápida en un diezmil. mis kilómetros se hacen largos en cortos intervalos de tiempo de poco más de tres minutos y medio. las zancadas golpean el asfalto pero retumban en el pecho. los brazos, en su vaivén, bombean oxigeno en bocanadas que me dejan sabor metálico en el paladar. un ritmo exigente me nubla por momentos la vista y cometo el error de mirarme los pies en lugar de seguir con la mirada al frente. los sonidos difusos se aclaran y, cuando la gente lee mi nombre en el dorsal para animar y lo oigo claro, se que es porque el ritmo ha bajado. guiñas el ojo a un voluntario que te indica un giro cerrado porque de la boca seca no se despega un “gracias”. y el guiño te parece eterno porque hasta volver a abrir el ojo cuesta. y al ver a alguien conocido una gran sonrisa interna no se si llega a dibujarse en mi cara, por eso estiro el brazo y choco la mano.
el sudor no tiene tiempo a caer por la frente hasta acumularse en las cejas. imagino que no hace mucho calor y el propio movimiento al correr lo seca. corrijo la postura para no ir sentado al recordar que lo habíamos hablado, entre risas, esperando la salida. ¿como irá más atrás? y noto que a medida que alargo los pensamientos acorto la zancada. la sombra de los edificios en algunas calles deja paso al sol en otras más despejadas. y quemas el último cartucho con la sensación de que, una vez más, lo has hecho antes de lo que tocaba. cuando sabes de sobra que llegar a meta y que sobre pólvora es aún peor que retorcerte los últimos cientoypico metros. paso el arco de meta y me giro. el crono esta vez me sonríe en forma de minutos y segundos. detrás mio entra un chico que no conozco pero nos damos la mano. me has ayudado mucho, me dice. a mi solo me sale un "para eso estamos, para ayudar". y nos reímos juntos.
como no me va a gustar correr algún diezmil de vez en cuando.

martes, 30 de abril de 2019

echar a la noche

la noche se había tumbado ya sobre la montaña y aplastaba con su peso cada rincón donde hace unas horas había luz y claridad. en dos puntos distintos de la ciudad hay extraños movimientos para una noche de martes. diría nervios pero es más bien excitación. diría desorden pero es más pronto ganas. diría locura pero prefiero decir vida. un monje cambia sus oraciones y hábitos por algo mucho más terrenal. un arroz pasado y atuneado llena un plato más de lo que será capaz de comer. junto a la puerta de salida una mochila sin cerrar deja asomar un par de bidones y un goretex mal doblado. a pocas calles de distancia un brujo prepara su mochila tras cerrar el taller de reparaciones y conjuros. cena boniatos confiado que es el mejor combustible para tener la maquinaria toda la noche encendida. mientras valora su estado y no está seguro que una siesta de horaimedia haya sido suficiente. otra mochila encierra lo que debería ser necesario para toda una noche. una noche en el monte.
la hora de encuentro son las 22:30, la de salida unos 45 minutos más tarde. aiguafreda. su maratón del congost. todo es viejo pero todo es nuevo. salir a correr de noche por el monte siempre es diferente. no queremos inventar nada, solo queremos pasarlo bien. sentir. ser más monje y más brujo. solo queremos estirar un poco más la vida que a veces se nos hace tan corta. arreglar un mundo que ni sabe que estamos por ahí. subiendo y bajando. llenarnos el corazón de latidos y las venas de esa locura que nos hace felices. y si todo va bien, encontrar ese punto donde, si le pinchas a la noche se levanta poco a poco, se despereza con cuidado y vuelve a dejar que el día ocupe su puesto.
salimos.

miércoles, 10 de abril de 2019

química, física y algo de monte

en el laboratorio de la vida solemos jugar a ser alquimistas. imaginamos nuestra existencia como un complejo laboratorio donde acumulamos, en ordenadas estanterías, botes y recipientes llenos con diferentes elementos recogidos en el día a día. y nos embarcamos en experimentos de mezclas, combinaciones, amalgamas...cambiando las condiciones del entorno, el recipiente, la hora del ensayo. buscamos el santo grial ese de nosabemosmuybienque-quenotenemos. y prueba va, y prueba viene. todos aspirantes a un premio nóbel que no llega. y de pronto un día llegas a un pueblo que ni sabías que existía. y encuentras una gente que no sabes ni como se llama. y aparece la química. y luego llega la física. si, la física....en forma de ritmos, de temperaturas, de precipitaciones, de coordenadas espacio-tiempo. y termodinámica de antorchas y pólvora. y hasta un poco de caos. incluso newton y sus dichosos principios...y te giras y pam !!!....un poco de monte.
hace años el experimento trencacims en el laboratorio de paüls fue un éxito. la combinación de elementos en el matraz del fin de semana coloreó de felicidad un sábado y un domingo que de otra forma habrían sido grises. las personas que allí encontré catalizaban reacciones en cadena de amistad y buen rollo. a cualquier ritmo, temperatura, humedad o en cualquier condición de luminosidad. luz artificial, luz natural...y un poco de monte.
y cuando, a la vuelta de unos años consigues la excelencia de tu experimento, vuelves rodeado de tu gente, de aquellos que solo te han oido hablar (muchas veces y mucho rato...eso si) de aquel lugar donde hay mucha química, física...y un poco de monte. y se te llena el pecho de algo que es todo bueno. por la gente con la que vas, por la gente con la que te encuentras, por la mezcla de ambas.
esto...esto ha pasado en paüls, esto ha pasado en trencacims.
vuelves allí y te muestras como eres, como sientes, simplemente te dejas llevar. vuelves y compartes con ellos todo lo que has ido consiguiendo trasegando líquidos en avituallamientos, triturando sueños en el mortero de collados o tamizando conversaciones en picos y crestas. vuelves y los llevas contigo. durante horas, durante kilómetros, durante miradas desencajadas y sonrisas complices. durante...un poco de monte !


sábado, 30 de marzo de 2019

ya es por la tarde

son casi las siete de la tarde de un día entre semana. conduces de semáforo a semáforo mientras suena de fondo un poco de tralla sinkopera. mentalmente sigues repasando tareas del curro pero el cuerpo ya esta de otro palo. aceleras y notas como te alejas aunque si te giras todavía ves de donde vienes. unas canciones después aparcas el coche y te quedas un par de minutos sentado. respiras hondo, escondes la cartera y el móvil dentro del coche y bajas tranquilo.
abres la puerta del maletero y tienes la sensación de estar delante del armario que, al atravesarlo, te llevará a Narnia. la cabina de Supermán. el tunel del vestuario de un gran campo de fútbol lleno hasta los topes. abres una mochila que “siempre esta allí”, que un día tendrías que lavar. una mochila con una cremallera que se queja al abrirla y que te enseña sin pudor lo que lleva en sus tripas. con la maestría de un forense apartas aquello que no te sirve y sacas lo que necesitas y que sabes que está allí. los dos minutos sentados de antes. la intimidad de la puerta del maletero es mínima pero, ¿a quién le importa que me quede con el culo al aire quince segundos?
parte de arriba que tira al suelo las gafas que no recordaba llevar en mi cabeza.
algo para abajo a la pata coja. primero una y luego otra.
cambio de calcetines.
y las zapatillas.
es tan poco lo que hace cambiar tanto el día que, mientras pones un poco de orden en el maletero, ya tienes la sensación de estar al otro lado, de ser Supermán o Messi. y aún no has arrancado a trotar. a veces, antes de salir bebo un trago de agua. bajo la puerta trasera y aseguro la llave en algún sitio. y mientras le doy al inicio del reloj pienso siempre a quien le dedico mi entreno. porque cada día es un regalo anónimo para alguien. sin que lo sepa. sin que se entere. sin decírselo. como los besos a tu hija de madrugada cuando duerme profundamente, como las miradas complices a alguien a quien admiras mientras esta de espaldas, como todo lo que dice el silencio de un abrazo largo a tu pareja tras un día duro, como ese bufido en meta lleno de mensajes a los amigos que te han ido siguiendo todo el día. 
salid ahí y corred. por vosotros o por alguien, pero corred. y disfrutad.


martes, 26 de marzo de 2019

ut llastres y el aguila cuabarrada

"...o sea que hemos tenido que hacer unos ajustes en el recorrido del sábado porque se ha de proteger el entorno del àguila cuabarrada y no dejaban pasar la carrera por algunas zonas. eso hará que salga más de distancia al final..." algo así contaba Marc en el briefing mientras yo, algo distraido, intentaba desbloquear el frontal para que me diera luz bien buena unos 20 minutos después, en la salida de la prueba nocturna.
y cuántas veces retumbo en mi cabeza esta frase el sábado. cuántas veces pensé ¿cuántos kms serán unos ajustes? "unos ajustes no es una distancia", pensaba mientras sonreía recordando un instante memorable de thebucleteam hacía unas semanas...pero esto fue el sábado.
antes, la noche del viernes, con una gran luna que jugaba a esconderse y asomarse tras sombras gigantes, disfruté como un niño persiguiendo la luz de mi frontal durante unos 19kms, atrapándola en las subidas y viéndola alejarse en las bajadas. territorio desconocido, poco amable para los pies pero con una temperatura ideal para correr bastante rato. fueron casi dos horas para acabar llegando a pie de playa con ganas de más pero con prisa para ir a cenar algo e intentar dormir.


desayunando a las 6:00 del sábado no tenía la sensación de haber pasado por la cama pero oliendo a café mezclado con trazas de reflex y saludando a amigos vamos tirando para la salida. ya alguno se queja de que se había pasado apretando la noche anterior. pocas horas después, el día nos demostraría que el águila cuabarrada, hieraaetus fasciatus, nos haría a todos tener esa sensación. a arriesgados y a conservadores. porque el recorrido de la etapa larga de ut llastres es una preciosa cabronada que no dejó indiferente a ninguno. yo no sé si es el recorrido más duro que he hecho, no sé si han sido las crestas más técnicas, la carrera con más cadenas, con peor terreno, con más calor....solo sé que ya en la primera subida el valor principal para ese día frente a la sierra del Mestral iba a ser la humildad . pronto me di cuenta que yo mismo era el enemigo a vencer, que las prisas nunca son buenas para nada pero hoy menos que nunca. y ya en el km 18, con los primeros calambres hice buena la frase de Marc y empecé yo con "unos ajustes" en mi ritmo. con otros tres corredores nos ibamos alternando. siempre a la vista pero cambiados en el orden con la agilidad que un trilero mueve los cubiletes para esconder la bolita. yo no vi ni un águila de esas. yo solo veía pasar metros a ritmo de kilómetros. tan pronto veía mar como veía montaña. pero ni un águila. pero la frase se convirtió en un mantra. y maridando ratos muy buenos con tramos donde flirteaba con dejarlo, llegué a Masriudoms (km 30 aprox). un poco de arroz, algo dulce, beber bien...y una silla !! sigamos...


...y seguimos con lo que nos queda y los ajustes. ya pensando en el domingo pero consciente que antes se ha de acabar hoy. el trozo del río es un largo horno y salir de ahí se agradece. coger altura refresca y el cuerpo se vuelve a alegrar, aunque en algún collado donde das el oso por cazado hayas de girar y seguir hacia arriba. y así un par de veces. tres. la vuelta a Vandellós. ese rodeo mortal (hasta me atrevería a decir injusto) que nos deja entrando en el pabellón del pueblo casi 10h después con 4.000+ y un ajuste de unos 5kms que sumar a los 52kms originales.
haced números.
me siento en donde puedo, sin habla. pau pregunta y se me quiebra la voz. una y varias veces. "mañana no salgo" es lo que intento decir. me descalzo. no me reconozco tan reventado. tan contento. tan descolocado por el recorrido. que asco más rico dicen en mi pueblo...
y por la noche en la cama me reafirmo en lo que comentamos 30 min. antes cenando: pongo el despertador y mañana decido si salgo o no. y se que si me estoy planteando esto, saldré seguro. me duermo antes de las 22:00 fundido, deshecho, con la sensación que debe tener un puzzle de mil piezas dentro de su caja. y al despertar, el puzzle estaba hecho :-)
o sea que el domingo salimos a disfrutar. cansado como no puede ser de otra forma pero con la noticia de una pequeña rebaja: 25km y 1350+ para llegar al vermut. y tras un susto en el km 4 donde tropiezo y caigo mal veo que solo son golpes, algo de sangre en la rodilla pero con todo en su sitio. toca retomar ritmo, subirse al autobús que pase e ir tirando. y tirando subimos. y tirando bajamos. hasta tres veces. con fuerzas para trotar al final y, llegar a meta, custodiado a la perfección por José y Albert (primer equipo). y poco a poco, alrededor del barril de cerveza, nos vamos juntando todos tras tres días de convivencia y montaña para contar batallas. que gran locura de fin de semana !


viva la sierra del Mestral y el águila cuabarrada, coñoooo !!!

miércoles, 13 de marzo de 2019

juegos de domingo

una patata cocida cortada en rodajas, un café solo y un polvorón son el bodegón de un desayuno de un domingo a las 7:00. pero no es un domingo cualquiera porque es mi domingo y el de la maratón de  barcelona. lo se, no es un desayuno del libro “como preparar tu mejor maratón”. pero es mi maratón y es mi desayuno. y en la tranquilidad de esa hora sabe buenísimo mezclando mordiscos y tragos con la ropa que me voy poniendo para la liturgia de los 42.195kms. nervios, que coño, los tengo...pero ganas, muchas más. respeta la distancia y la maratón se dejará domar, muestra el más mínimo atisbo de menospreciar uno solo de los 42 kilómetros, de subestimar los 195metros y caro lo pagarás. calentando hacia la salida las sensaciones son terribles, nada nuevo. trotas, paras, saludas, meas, saludas, trotas. y de pronto rodeado de mucha gente, muchísima gente. primero todos parados, luego todos corriendo. sabes que mientras se estira el rebaño solo has de hacer una cosa: decidir si vas a arriesgar-un-poco o a ser un robot programado a un ritmo. y en los primeros kilómetros cantos de sirena de tiempos en meta por debajo de la que esperas suenan en tus oidos. suenan fuerte cuando ves que vas cómodo a ritmos 5-8 segundos por debajo del tuyo. no los quieres oir, no los debes oir...pero suenan. yo busco el punto medio y decido mantener un ritmo 3’’/km por debajo del planeado. soy consciente que lo pagaré, pero no se si será en el km30, en el km35 o en el km41. y decido jugar. desde el respeto a la distancia, desde el conocimiento que tengo de mi cuerpo, desde que me pongo por delante de la liebre de 2h45’. y siendo la liebre de la liebre van pasando las largas calles del Eixample, la Meridiana, la Gran Vía, el front Litoral. la línea azul esta borrada en muchas zonas, en otras como recién pintada. lo mismo siento con mis fuerzas a partir del km32 pero...has decidido jugar. lo que no contaba yo era con el calor, no con tanto calor. y cuando subimos por Marina busco la sombra de algún edificio, el aire fresco en algún cruce...pero no encuentro nada. el calor sale de dentro también. y es bajando Via Laietana cuando la bandera de 2h45’ (esta si) me da sombra. y me pasa de largo. como un mal galgo intento darla caza. y en Colón me hace un corte de mangas y se aleja. hemos venido a jugar...subo Paralelo, giro y Sepulveda se me hace eterna. se que al final tengo el mejor equipo de animación que se puede tener. aprieto hasta recibir su último empujón y entrego todo lo que me queda. miro arriba, miro al suelo, cierro los ojos
... 2h45’49’’
game over

viernes, 1 de marzo de 2019

...tal astilla

1990
era mi primer año en la universidad. y al ser el mayor de los hermanos, era también el primer año de universidad para toda la familia. la situación en casa no era holgada pero las prioridades las tenías muy claras para el que elegía estudiar. la situación no daba a equívocos: a un lado los libros y al otro un camión. y me había tocado abrir huella en terreno desconocido. empezar a pisar las baldosas doradas que debían llevarme a Oz.
no me atrevo a hablar de responsabilidad consciente pero si de sentimientos encontrados. mezcla de muchos pensamientos que hacían decantar la balanza hacia el lado de esforzarse con el primer año de carrera. porque lo del camión ya sabía de que iba. discutíamos y nos reíamos con un patrón parecido al que mezcla subidas y bajadas en un ultra. aquellos sábados que me recogías en Salamanca para trabajar contigo solo dolían la noche anterior cuando me tenía que volver antes y dejar a mis amigos de fiesta. recuerdo que durante este primer curso ibamos a dar al mismo punto pero por caminos tan distintos que no nos encontrabamos hasta el final. me preguntabas por cosas que para mi no eran importantes y, seguramente, yo solo te daba información de relleno para tus conclusiones. pero nunca te quejaste de nada. siempre confiaste. y nunca falto nada que fuera necesario. ni ánimos, ni broncas.
el curso fue pasando y cada uno fuimos encontrando nuestro sitio en esta nueva situación. por supuesto que ahora haría algunas de las cosas de otra forma pero, metido ahora las tareas de ser padre es fácil encontrar mil aspectos que descoser y volver a andar por otra vereda. fue un año intenso. un año que podría considerar como el primero que salí de casa. un año que, por una sola razón he querido recordar hoy. antes de irme a dormir. tranquilo. sonriendo.
aquel año tú tenías 47 años, papá.
mañana los cumplo yo.