martes, 27 de febrero de 2018

s e v a

conoces a alguien que no conoces por lo que la gente que conoces te cuenta. y por lo que conoces de la gente a la que conoces, conoces casi bien a aquellas personas que no conoces. y ademàs asì conoces aùn màs a quien ya conoces. y, tiene gracia, te conoces màs a tí.
preguntas poco y dejas que te expliquen, sin forzar, creàndote una idea. un perfil. un estilo. un caràcter. una forma de ser, de sentir, de luchar, de vivir.
si, de vivir.
hasta el final.
luego, cuando llega la hora de su entrada en meta, notas que un nudo se aprieta dentro del estòmago. y la cara se vuelve rígida y no puedes sonreir. cierras los ojos y repasas lo que tienes a mano para construir algo en tu mente. y dibujas una persona fuerte que te dice, bajito pero con ànimo, que hay que seguir luchando cada día. que no vale rendirse. que lo ùnico que nos encarga es empujar adelante. tirar fuerte y buscarla en las cosas hechas juntos. en los rincones compartidos. en el esfuerzo de pasar un momento duro. no olvidar y recordar sus grandes momentos. que seguro que son muchos...

...y eso haremos.

** Buen viaje !!

domingo, 18 de febrero de 2018

noche

cuando la noche se vuelve de esparto ni el mejor frontal sirve. no da luz suficiente, no hay leds que atraviesen la cortina de oscuridad que tenemos delante, que aporten la claridad que se necesita. no ilumina el camino a seguir, no advierte que falsas sombras son obstáculos qué hay que evitar si o si.

cuando la noche se vuelve espesa la experiencia previa no cubre lo que necesitamos. todas las horas acumuladas parecen pocas, los kilòmetros recorridos mientras otros dormían no nos aclaran por donde tirar, y nos ahogamos en la negrura de unas horas que nos atenazan con fuerza. nos aprietan sin compasiòn como insinuando que no habrà salida. que no volveremos a ver la luz.

cuando la noche se vuelve infinita solo vemos màs noche. oimos ruidos de abandono. olemos la desgana. sentimos que nada tiene sentido. preguntamos por què pasa y no sabemos responder. nuestra actitud se inclina hacia el lado que nos mete màs todavía en negrura. en nosotros mismos venidos a menos. en màs preguntas sin respuesta.

cuando la noche nos cae de golpe encima siempre hay alguien que nos puede ayudar. alguien que venga de un atardecer. de un mediodía. de un amanacer. alguien que nos diga que la noche no se puede eliminar pero se pasa. se aguanta, se combate. alguien que ya ha pasado noches y pasarà màs. como la tuya de hoy, como otras menos negras, menos espesas, menos infinitas, menos de esparto.

y cuando llegue la gran noche, para la que nadie esta preparado, sepamos que en la oscuridad que dejamos a la gente cercana habrà alguien que les acompañarà hasta que, de nuevo, se haga otra vez de dìa.....

lunes, 12 de febrero de 2018

tiempo muerto

sentado de una forma rara solo apoyaba medio culo en la silla plegable de madera. la mochila cargada a la espalda chocaba contra el respaldo y no le permitía una postura màs còmodo. tenía los codos apoyados en las rodillas y con las manos en la barbilla se aguantaba la cabeza. abría y cerraba los ojos mucho más despacio de lo que es un parpadeo normal. llamaba la atenciòn una sonrisa generosa en un rostro cansado. con ojeras. la cinta que llevaba en la frente brillaba salada. el sudor evaporado por el sol y secado por el viento formaba una capa blanquecina, como una costra, que no impedía ver la marca comercial. cuando subía los pàrpados los ojos brillaban como dos potentes leds, cuando los cerraba el gesto se le relajaba. a ciegas ahora, la punta de su lengua asomò tímida en la comisura izquierda de los labios y, lentamente, pasò de punta a punta humedeciendo el recorrido. de ida por arriba y de regreso por abajo. se volviò a esconder. el gusto al caldo Aneto aùn aguantaba entre los pelos de la barba. otra vez los leds iluminaron la cara. sonrisa eterna.
apartó las manos poco a poco como con miedo a que la cabeza no se quedara en su sitio. estiró los brazos apuntando al techo. con los brazos en altos, se cogiò una mano con la otra y se estirò sin levantarse de la silla. los dejó caer y, poco a poco rehizo los nudos de las zapatillas. mientras lo hacía, girò la cabeza hacia un lado y le guiñó un ojo a la señora mayor que le había servido el plato de sopa con tanto cariño como si fuera su nieto. consiguiò ruborizarla y tuvo que mirar a otro lado. aprovechando que estaba agachado agarrò los bastones que yacían en el suelo y, apoyàndose en ellos, se levantò de la silla. hizo tres saltitos para colocarse bien la mochila sin tocarla. así también “medía” la cantidad de agua que llevaba en los bidones. todo en orden.
apretò los dientes. se tocò la frente con el dorso de la mano derecha sin soltar el bastòn. mirò a otro corredor que acababa de llegar y subiò las cejas como gesto de saludo y despedida a la vez. y buscando la mirada de la voluntaria a la que había sonrojado, con idea darle las gracias, pensò en los kilòmetros que tenía por delante. y dejò el avituallamiento. 


lunes, 5 de febrero de 2018

zoom

medimos la vida por años pero la vivimos día a día. peguntamos por los kilómetros de una carrera pero luego la hemos de correr metro a metro. las cervezas las compramos por latas y, salvo raras excepciones, las bebemos trago a trago.
y a la inversa.
la lluvia cae gota a gota y nos deja empapados. el cansancio entra con cada parpadeo y te deja agotado al final del trayecto. la mochila se llena con cada una de las cosas que necesitamos pero se carga a bloque.
de un rato corriendo por la montaña queda el recuerdo de todo aquello que eres capaz de sentir.
vista
oído
olfato
gusto
tacto
el proceso de correr en si no aporta nada más que cualquier otro si no somos capaces de exprimir los atrofiados sensores que recubren nuestra fachada. nos perdemos mucho estando atentos a todo, imaginaos si vamos distraídos. a veces, como pasa con los sabores, con las vistas, con los olores o incluso con los sonidos unos tapan a otros. y eso no quiere decir que los primeros no están. cada zancada es un viaje. entrar en un túnel donde un bombardeo de estímulos nos sumen en un estado agridulce de vulnerabilidad. una borrachera sensorial que, sin dejar resaca, nos dibuja como lo que somos. ¿y que somos? pues, siento mucho si defraudo, pero solo somos personas que corren. y tan diferentes en la forma de correr como en lo que cada uno busca cuando lo hace. o en lo que cuenta cuando acaba. claro, cada uno siente distinto. pero si consigues equilibrar todo aquello que te rodea en una sola dirección. si eres capaz de proyectar hacia delante lo que sientes al principio. a la mitad. al final. entonces, y ahora viene la buena noticia, tendrás una herramienta más para acercarte a la plenitud. creo...