martes, 22 de octubre de 2019

parar y volver

lunes casí cumplido. abrí los ojos estirado en la colchoneta, boca arriba, con la garganta seca y la cabeza esponjosa. desde mi posición, y girando un poco la cabeza, pude ver mis zapatillas aparcadas junto al sofá con los cordones sin desatar. ¿cuánto tiempo llevaba allí? aún no debían ser las nueveimedia porque bix suele venir un poco después de esa hora y aún estaba solo. a oscuras. cerré los ojos de nuevo que, en la negrura del salón, no servían de mucho y además me ayudaban a potenciar el oído. nada. un silencio ensordecedor que no daba pista alguna. sentí que había salido a entrenar y noté las piernas cargadas. sentí que había salido a entrenar y me noté sudado y sucio. sentí que había salido a entrenar y tuve hambre. hambre y sed. ¿cena-ducha o ducha-cena?

el agua caìa fresca sobre mi cabeza mientras visualizaba el trozo de atún que tenía en la nevera esperando. y algo de ensalada del día de antes. y una cerveza. había estado dando vueltas a mil cosas mientras corría. mil vueltas a unas fuentes y a un proyecto. el proyecto. treintayun kilómetros de ronda, buen calentón. amenazaba lluvia pero en eso se quedó, por lo que la sensación de victoria frente a las desgana de los días nublados era doble. envuelto en la toalla caminé con las piernas cargadas hacia la cocina. preparé todo para la cena y volví a vestirme. las adidas aún no estaban en su sitio y para algunas cosas soy bastante maniático. me abronqué (suave) a mi mismo y las saqué del salón. el olor a pescado inundó el ambiente aunque la campana de la cocina se esforzaba en echarlo fuera. mañana el ácido láctico se agarraría así de fuerte a mis músculos. ¡ que delicia de agujetas !

acababa de cenar contento mirando lo que había vomitado el suunto en la app mientras yo me duchaba. se abrió la puerta. conté mi batalla de entreno, hablé de mi libro que ya había adelantado por whatsapp. pedí un abrazo, el abrazo de los campeones. sonriendo pero notando que más que en strava, los kilómetros estaban en mi cuadriceps... pero era ahí donde tenían que estar. era ahí donde los quería. es ahí donde han de sumar. y luego en el sofá pensé el que pone las tareas. y se que después de la semana pasada estará contento de ver la faena del lunes acabada. somos tan simples a veces.

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