sábado, 30 de marzo de 2019

ya es por la tarde

son casi las siete de la tarde de un día entre semana. conduces de semáforo a semáforo mientras suena de fondo un poco de tralla sinkopera. mentalmente sigues repasando tareas del curro pero el cuerpo ya esta de otro palo. aceleras y notas como te alejas aunque si te giras todavía ves de donde vienes. unas canciones después aparcas el coche y te quedas un par de minutos sentado. respiras hondo, escondes la cartera y el móvil dentro del coche y bajas tranquilo.
abres la puerta del maletero y tienes la sensación de estar delante del armario que, al atravesarlo, te llevará a Narnia. la cabina de Supermán. el tunel del vestuario de un gran campo de fútbol lleno hasta los topes. abres una mochila que “siempre esta allí”, que un día tendrías que lavar. una mochila con una cremallera que se queja al abrirla y que te enseña sin pudor lo que lleva en sus tripas. con la maestría de un forense apartas aquello que no te sirve y sacas lo que necesitas y que sabes que está allí. los dos minutos sentados de antes. la intimidad de la puerta del maletero es mínima pero, ¿a quién le importa que me quede con el culo al aire quince segundos?
parte de arriba que tira al suelo las gafas que no recordaba llevar en mi cabeza.
algo para abajo a la pata coja. primero una y luego otra.
cambio de calcetines.
y las zapatillas.
es tan poco lo que hace cambiar tanto el día que, mientras pones un poco de orden en el maletero, ya tienes la sensación de estar al otro lado, de ser Supermán o Messi. y aún no has arrancado a trotar. a veces, antes de salir bebo un trago de agua. bajo la puerta trasera y aseguro la llave en algún sitio. y mientras le doy al inicio del reloj pienso siempre a quien le dedico mi entreno. porque cada día es un regalo anónimo para alguien. sin que lo sepa. sin que se entere. sin decírselo. como los besos a tu hija de madrugada cuando duerme profundamente, como las miradas complices a alguien a quien admiras mientras esta de espaldas, como todo lo que dice el silencio de un abrazo largo a tu pareja tras un día duro, como ese bufido en meta lleno de mensajes a los amigos que te han ido siguiendo todo el día. 
salid ahí y corred. por vosotros o por alguien, pero corred. y disfrutad.


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