un poco más adelante un corredor en el suelo caído. se agarraba el tobillo y se retorcía quejándose. “esta vez si, ahora si me he torcido bien el tobillo“. bajamos un poco el ritmo, paramos la charla y nos acercamos preguntando si necesita algo. “no hace falta, solo avisad que estoy aquí y no se si podré llegar...”
.....
estoy en el suelo, casi encima de él. risas pero mi tobillo duele. ¿puede ser que me haya caído en el mismo agujero? la sensación es la habitual de una torcedura al uso que con el trote y unos minutos se pasa. hasta que me pongo de pie. risas pero, joder, molesta al apoyar. me lo callo. lo minimizo. como ayudándolo a desaparecer. nos despedimos del “caído” que sigue en el suelo y seguimos. no se pasa. no se pasa. no se pasa. este me lo llevo a casa, pienso. no se pasa. no se pasa. quince kilómetros después entramos en meta, pero hasta llegar al coche no descubrimos el daño. el bulto canta por si solo. ya sabemos lo que toca. risas pero algo más nerviosas.
.....
dos semanas después de mezclar estar parado, una pequeña recaída (mientras caminábamos) y la falsa paciencia solo tienes ganas de volver. volver a entrenar. ilusión por buscar ese hueco (casi) cada día para correr. vigilar de reojo el tobillo pero pensando en no tener que volver a parar salvo por decisión propia. un rato nuestro. o varios ratos. la vida pasará pronto por EHM
No hay comentarios:
Publicar un comentario