sábado, 27 de septiembre de 2014

se nos va la esencia

Servidor, sin entrar en mucho análisis ni comparaciones, se considera de la vieja escuela. Old school, que he oído decir por ahí ahora.
Y no por la edad que tengo sino por lo rápido que ha evolucionado todo esto en los últimos 10 años. Mis casi 43 marzos, que me colocan sin piedad en V1, me dan aún cancha para dar guerra. Espero...
En mis incios, he tenido la suerte (a veces buena, a veces mala) de conocer pioneros del ironman y de las carreras de montaña y puedo enganchar ahora con jóvenes promesas que comienzan.

Del pasado cercano, tres pinceladas que no están tan lejos pero suenan a prehistoria:
- Yo corrí en Zegama-Aizkorri cuando no hacía falta sorteo. De verdad. Y cuando corrieron juntos Ricardo Mejía y un Kilian Jornet que aún no se afeitaba (pero ya ganaba). ¿Sabéis quien era Ricardo Mejía? Antes de apuntarte a la próxima carrera de montaña, deberías saber quien era.
Y luego no te pasabas una semana entera hablando de la carrera por todas partes. De hecho solo los más cercanos se enteraban que habías ido. Eran una época en la que casi nadie te preguntaba que tiempo y que puesto habías hecho. Te preguntaban que tal la carrera, si había sido dura y si ibas a volver. A mi, decidme raro, me gustaba eso. Puede ser que, igual que lo de "el tamaño no importa" solo lo dicen los que la tienen pequeña, "el puesto no nos importa" solo sea válido para los que no quedabamos delante.



- De triatlón tengo que hablar del Jabaliman y de Diego Velázquez. Y no me olvido ni de Pablo Cabeza, ni de Toni Cendón, ni de un Angel Salgado que he conocido después. Nadie me creerá si digo que he estado en el briefing de un  triatlón "sin chupe" donde el organizador metido hasta la cintura en un pantano, mientras fumaba un ducados, amenazaba con sortear entre todo el material del que fuera pillado haciendo drafting (bromeaba, por supuesto). Y luego, apagaba la colilla y salía a nadar como un triatleta. Eso si, después de dar él mismo la salida.
De la comilona de después solo podemos hablar los que sobrevivimos. Menos finishers que en el triatlón. Aquello, era una puta fiesta. Se ha perdido...
 
 
- Y una de viajes express: Sentiero delle Grigne. Apuntarte a algo por un calentón con otros dos y luego encajar las piezas curro-familia-carrera y vuelta. Gracias a estos golpes de loca espontaneidad, por ejemplo, he "corrido por los Alpes" detrás de Stephanie G....y al final me ha ganado pero bien. Un fin de semana entero sin dormir. Vuelos baratos a horas raras, apaño con coches para llegar a la salida. La carrera. Y apura que no perdamos el avión. Un avión que se cancela, pasas noche en aeropuerto y, si te descuidas te vas a currar con el dorsal puesto. Y tan contento. Aquella noche también la pasó en el aeropuerto Tófol Castanyer.  Tan contento, oiga.
 
 
¿Y todo esto para qué?
Pues imagino que para nada. Porque lo que voy a escribir ahora no servirá para nada. Pero yo necesito hacerlo....Ya sabéis. Me gusta escribir. E intento hacer pensar algo. Me gusta plantear alguna reflexión. Si no sirven para la globalidad, que al menos a alguien le tenga un rato ocupado. Si le sirve, mejor.
Solo quiero pedir que no dejemos perder la esencia de todo esto. Mantengamos una rendija abierta a la aventura. Un hueco donde se cuele la improvisación y nos salgamos de los putos excel de entrenamientos. Ni somos robots programados, ni la montaña es una pista de atletismo.
No hace falta ir echando fotos por el camino.
Ni sentarse en una piedra a comerse un bocata. Pero...
...si adelantas a alguien, saluda. Con la mano. No hace falta hablar. Igual tu vas escuchando música pero yo no.
...si paras en un avituallamiento, sonríe a la gente que esta allí.
...si se te cae un gel o un papel, para y recójelo.
...podría no acabar nunca. Pero recordad...no llega a 10 años de diferencia.
 
La esencia es como el respeto, solo se pierde una vez.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Victoria...? Matxicots, 2014

Dice la estúpida frase (otra estúpida frase más) que una retirada a tiempo es una victoria. ¿Una victoria...? ja, ja y ja.
Qué no solo ganar es una victoria, pase. Qué vencer dificultades añadidas es una victoria, vale. Qué un primer puesto es una victoria, pues claro. Pero que una retirada a tiempo (¿cuáles no son a tiempo?) es una victoria, pues como que no. Al menos para mi.
Una retirada es una retirada y nada más. Con la importancia que cada uno le quiera dar porque cada uno sabe como llega a una carrera.
Cada carrera sería como una ruleta rusa. Ponerse un dorsal es coger un revólver con un tambor para seis balas. Y, es en función de como llegas, cuando tú cargas el arma con 1, 3, 5 o las que sean. Se da la salida y, ala, a apretar de gatillo de vez en cuando. ¿O no?
Mi abandono a la mitad de Rialp Matxicots este año es algo con lo que flirteaba desde hace un par de meses. Las cosas no iban saliendo bien y las balas iban ocupando su sitio. Salí con ganas de probarme pero con una increíble lucha interna entre el coco y el cuerpo. Ya venía de los entrenamientos y no-entrenamientos previos.
Fui testigo de excepción de como cabeza y patas pactaban un ritmo que yo no quería. Obligué a ambas a entenderse en la subida al Montsent de Pallars y apretar. A cambio, Entremonts sería suave.
En el Monterroio ya no fui capaz de convencer al coco de que las piernas estaban frescas. La dispersión de pensamientos que en bajada y plano no molestan no pueden estar ahí cuando se ha de ir a una. Y no iban.
Recuerdo un último pacto mientras trotaba por la pista, hacia Coll de la Portella. "Déjame apretar en la subida a Serra de Posa y verás que apenas te necesito", creo que dijeron las piernas a la cabeza.
"Aprieta lo que quieras, yo estaré por ahí. Avisa si necesitas algo", contestaron desde arriba.
Pero las piernas solas no van a ningún sitio, ni siquiera aunque yo me esfuerce. Y a media subida solo se emitía una insistente orden que acabó calando: Lo dejamos en Cabanya de Caçadors. Macarrones y cerveza. La maratón y paramos.
Y así fue. No vencimos nada pero tampoco fue ninguna deshonra. El gatillo finalmente y tras 11 años corriendo, picó en hueco con bala y lo dejamos.
Desde mi puesto solo intento hacer las cosas lo mejor posible. A veces sale y a veces no.
Soy el corazón.

martes, 16 de septiembre de 2014

el luchador

apretó los sentimientos y crujieron como si fueran cristales rotos. por el ruido que hicieron y porque no fue capaz de exprimir de ellos ni una gota. eran de piedra.
luego cerró los ojos. los cerró con la fuerza de no querer volver a abrirlos. pero sabía que la cobardía no le permitiría hacerlo más de diez o doce segundos. y tampoco de ellos salió ni una lágrima.
tensó los cuádriceps. los apretó tanto que sintió como por los músculos corría una especie de electricidad que casi los acalambraba. secos.
las manos se cerraron. los puños se apretaban y las uñas se clavaban en la palma. el pulgar apuntalaba por fuera al índice y anular.
el corazón se aceleró. golpeaba el pecho desde dentro con fuerza. no quería salir pero lo parecía.
y desde un punto concreto del córtex cerebral una orden rápida, certera y sin retorno emprendió el camino.
nunca nada volvería a ser igual.



...pensó en una cerveza bien fresca y se quedó dormido. sentado y dormido.