apartó las manos poco a poco como con miedo a que la cabeza no se quedara en su sitio. estiró los brazos apuntando al techo. con los brazos en altos, se cogiò una mano con la otra y se estirò sin levantarse de la silla. los dejó caer y, poco a poco rehizo los nudos de las zapatillas. mientras lo hacía, girò la cabeza hacia un lado y le guiñó un ojo a la señora mayor que le había servido el plato de sopa con tanto cariño como si fuera su nieto. consiguiò ruborizarla y tuvo que mirar a otro lado. aprovechando que estaba agachado agarrò los bastones que yacían en el suelo y, apoyàndose en ellos, se levantò de la silla. hizo tres saltitos para colocarse bien la mochila sin tocarla. así también “medía” la cantidad de agua que llevaba en los bidones. todo en orden.
apretò los dientes. se tocò la frente con el dorso de la mano derecha sin soltar el bastòn. mirò a otro corredor que acababa de llegar y subiò las cejas como gesto de saludo y despedida a la vez. y buscando la mirada de la voluntaria a la que había sonrojado, con idea darle las gracias, pensò en los kilòmetros que tenía por delante. y dejò el avituallamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario