miércoles, 25 de octubre de 2017

golpes

poco a poco fue parando el ruido de las cacerolas. los golpes desacompasados, sin ritmo y con tantos timbres como "instrumentos" se mezclaron con mi duermevela. se trenzaron como se cruzan los dedos de alba con sus rizos cuando, obligada por mi y a regañadientes, se soba el pelo para hacerse un recogido. un silencio ensuciado por un último y lejano tam-tam de cuchara sopera contra sartén (intuí desde la cama) me acompaño mientras volvía a colocarme cruzado en la cama. boca abajo. encajando los empeines de mis pies en el ángulo del colchón. apoyando la mejilla de un lado u otro, sobre la almohada, ayuda a pensar mejor que estirarse y mirar al techo. malabarista de incongruencias. trapecista sin red balanceándose de una educación recibida. a veces payaso de una vida que es demasiado seria. o incluso aquel contorsionista de argumentario imposible.
no hay por donde cogerlo. envidio a los que tenéis las ideas tan claras. pero creo que eso mismo os hace perderos cosas. ganáis en salud, seguramente.
y con los ojos cerrados pero más despierto que hace un rato pienso...¿que escojemos en esta vida? bien poco, esteban, bien poco...no odiéis. una vez lo hice yo y anidó tan fuerte dentro de mi que todavía dura. y morirá conmigo. no quise pararlo cuando pude. ahora queda un poso que no me hace más feliz. y ahí se quedará.

...si al final del día lo que realmente nos va a llenar es no fallar a nadie, pero sobre todo no fallarnos a nosotros. y eso implica, creo yo, intentar hacer las cosas lo mejor posible. salga o no. golpe a golpe. como en las caceroladas.

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