en la base de vida de Capafonts revisan el material obligatorio. mientras engulles cuatro macarrones hervidos hace unas horas, maquillados con aceite y poco más, un chaval te va pidiendo que le enseñes. frontal. aquí. pilas de repuesto y móvil. aquí. venda y desinfectante. aaaaaquí. "¿qué más?", me pregunta. "en el bolsillo lateral llevo guantes, la manta térmica y el chubasquero", le contesto. abre la cremallera y lo vacía. visto bueno del juez. comienzan a caer cuatro gotas. "dejo fuera el gore-tex" le digo con la boca llena de una mezcla de pasta y cocacola. y guardo el resto sin orden. de reojo veo que llegan dos corredores más. trago. ya caen ocho gotas. poniéndome de píe me enfundo en la capa verde que me ha de proteger de la lluvia sin cerrar la cremallera. compruebo que esta todo en la mochila y ésta cerrada. palpo la llave del coche y el móvil en el lateral, como buscando la cartera en una cazadora. mientras, con la otra mano, uso el tenedor para una última dosis de hidratos de carbono. ya son por los menos una docena de gotas las que caen. con los bidones llenos cambio el tenedor por los bastones y salgo. habrán sido unos doce minutos recuperadores. llueve a saco.
correr bajo la lluvia. correr entre la lluvia. correr sobre el agua llovida. todo cala. nos protegemos para no mojarnos pero luego buscamos la sensación de sentir el agua en la cara, en las piernas. entrando y saliendo de las zapatillas. y, entre medias, la humedad corretea entre los dedos de los píes, por nuestro pecho, por nuestra espalda. nos empapa. no somos impermeables y...es una suerte porque nos perderíamos cosas. aunque a veces la permeabilidad duele, no la perdamos. di no a la permeabilidad perdible o algo así :-)
No hay comentarios:
Publicar un comentario