martes, 15 de julio de 2014

¡ esta Ronda (dels Cims) la pago yo ! (I)

En una caja con compartimentos de diferentes tamaños guardas las cuentas (casi)ordenadas. Por colores, por texturas, por formas...Un día te sientas delante de ella, la abres, buscas un cordel y, por él, vas haciéndolas pasar de manera combinada. Al acabar anudas o pones un broche y...ya tienes tu collar.
En la Ronda dels Cims (170kms y 13.000+) del pasado fin de semana he enhebrado personas, sentimientos, paisajes, momentos y sensaciones en un bonito collar que ahora llevo puesto. Orgulloso del resultado. Os cuento algo...


 
 
Un puñado de nervios. Otro de amigos. Intercalados al azar y metidos dentro de un coche comienzan un viaje hacia Ordino. Un viaje que se antoja infinito por las ganas que todos tenemos de llegar. Nos atropellamos y mezclamos miedos, emociones y deseos intentado vender lo que no hemos comprado: tranquilidad. Son los primeros momentos. El viaje de vuelta será distinto. Cada uno, volvamos juntos o no, hará el suyo en base a lo vivido. Ahora todos compartimos la casilla de salida. Increíble. Cuando den la salida cada uno hilvanará sus cuentas de una forma.
Dejamos que pase el tiempo y saltamos a la salida. Podríamos hablar y hablar de la tarde, de la noche, de la madrugada...pero hemos venido para estar ahí. De píe. Abrazándonos legañosos con choques torpes por mochilas y bastones. Con un dorsal aguantado de unos imperdibles o de una goma. Con unas caras tensamente relajadas. Unas serias sonrisas. Unos ojos perdidos que buscan miradas donde encontrarse. Unas sensaciones encontradas que no quieren perderse. Y arrancamos cuándo nos dicen...
Sobre las cuentas ya puestas de nervios y amigos añadiremos ahora collados, valles y picos. Algún abalorio de silencios ruidosos y alguna conversación casi muda. Durante muchas horas. De día y de noche. Y otra vez de día. Y, quizás, otra vez de noche.
En mi collar no pude acabar con la simetría total que me hubiera gustado. Pero, dentro de la asimetría, empecé con un gran amigo (Sergi, recupérate pronto) y acabé con otro (Jordi, gracias).
Entre medias, tantos amigos más que el collar me da dos o tres vueltas al cuello. Los que vinieron y los que empujaron desde lejos.
 
 
La salida es tranquila y casi no calma el bicho del estómago. Pronto empezamos a subir y, sin haberlo planeado me emparejo con Sergi. Él conoce bien estas montañas y es un guía de excepción. Tan bueno que con su retirada por lesión me dejaría "ciego y sordo" de cara al recorrido.
Vamos cómodos, pasamos por Sorteny y por la Portella. El ritmo es bueno y le freno de vez en cuando. Lleva estas montañas dentro y contagia las ganas de fusionarse con ellas. No somos conscientes nada más que de compartir momentos espectaculares y entornos increíbles. No hay ni rastro de sufrimiento (ya vendrá!) y estamos perfectamente sincronizados. Manda él. Yo le sigo.
En Arcalis recuperamos fuerzas, nos sentamos a comer y nos preparamos para un par de collados durillos (Cataperdis y Clot del Cavall). Durillos por la carga emocional que para mi compañero incluye. Una cuenta que nunca habría querido poner en mi collar. Nada más que decir.
Tocamos algo de nieve. Nos toca algo la niebla. Y nos engrescamos el uno al otro para darnos un homenaje de montaña en el Comapedrosa. Camino de Pla de l'Estany yo tengo, por primera vez sensación de cansancio. Lo comento con él. Pararemos un ratito en el refugio porque la subida se ha de hacer dignamente. El pico lo merece....nosotros, también.

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