miércoles, 1 de mayo de 2013

Yo estuve en Mallorca312 (alegrías y miserias y III)

Pensar en dónde y como estarían mis comparñeros me distrajo. Les imaginé trazando curvas en bajada con el tandem. A Rubén maldiciendo a Raül por haberle liado. Visualizaba la situación y me reía.
Y cómo, en mi forma de ver las cosas, no había otra opción posible... empuje los pedales hasta abandonar la civilización "semaforizada" sabiendo, y mentalizándome, que se acercaba la zona de rodadores. La lluvia volvió a ser noticia pero porque nos dió otra pequeña tregua. Pequeña pero que 'gracias' al puto viento que hacía de cara, sirviera para tener sensación extraña de estar casi seco. Yo rodaba solo. Era lo que me apetecía. Era lo que quería. Era lo que debía (a mi entender) hasta recuperar la compostura. Largas rectas picando ligeramente hacia arriba que hacían las delicias de grupos enciscados jugando a darse relevos. Unas cuántas veces sentí a la oreja izquierda una voz que decía "Last one. Come on". "No thanks", sonrisita y yo a lo mío. Con mis platanos, mis bracitos de gitano y haciendo balance de como estaba recuperé cierta elegancia en el pedaleo y superé el km200 con relativo buen estado general. Pero no estaba todo superado y yo lo sabía. Había que intentar acercar al km312 lo más posible los malos ratos por venir. En el km225 se produjo ese momento tan horrible que yo solo se solucionar de una manera. Ese momento en el que cabeza y piernas deciden ir por distintos caminos. Unas veces la cabeza dice "tira" y las piernas no responden. Otras veces las piernas estan frescas pero la cabeza responde "no quiero". La solución que yo aplico es fácil y me funciona: si estoy corriendo bajo mucho el ritmo e incluso ando. Ando hasta que ambas partes se ponen de acuerdo y vuelvo a trotar y acabo corriendo. Si es en bici solo se parar. Del todo. Y esperar.
Esta vez pasó lo primero. La cabeza quería pero las piernas se negaban. Pedían piñones más grandes y velocidades más pequeñas. No, no se puede rodar en plano, por mucho aire en contra que haga y con lluvia a menos de 15 km/h. Opto por poner píe en tierra y, bajo la lluvia, apoyar la bici en la cuneta y sentarme con la espalda sobre una señal. La frente apoyada en las rodillas, las finas gotas de agua golpeando en el cuello y las lágrimas. Otra vez lágrimas. ¿Impotencia?¿Rabia? Yo que se. Estas piernas no quieren, no pueden, llevarme más adelante, hasta la meta. Pasan algunos grupos y algún par o tres de ciclistas. No les doy ni opción a preguntar. Les hago el gesto de OK con la mano, antes de que lleguen a mi altura, para que no paren . No quiero.
Cierro los ojos para que no me entre agua, ahora con la nuca apoyada en el palo de la señal. Un par de dragoncitos rojos vuelan en la oscuridad de unos párpados cerrados. Abro los ojos poco a poco y desaparecen. Como un platano más. Me pongo de pies. Me acerco a la bici y jugueteo con la maneta de freno doblada en la caida. "Si no se ha roto es porque tienes que terminar", pienso. Paso la mano por el sillín, luego me golpeo los cuadriceps y grito. Fuerte. Otra vez. Arranco de nuevo.
Poco a poco voy tirando. Esta vez con la idea de meterme en un grupo y dejarme llevar. Pero parece que ahora son los grupos los que no me quieren a mi. Caigo de uno a otro y penando llego al repecho de Portocristo. En la vida se me olvidará. Creo que ni a mi, ni a nadie ! De aquí a meta 68kms y un último avituallamiento a 26 de meta: Artás.


Ya desde que salí de Portocristo la cosa empezó a coger otro color y empecé a verme capaz de todo. Volví a quedarme solo mucho rato pero no me importaba. No me preguntéis que pasó. ¿Me lo creí? ¿Me relajé? Los últimos 6kms antes de Artás por una carretera comarcal en obras fueron eternos, pero en armonía. Vale, estas casí vacío, lo asumes y adaptas ritmo. Pacto tácito entre las partes.
Y del avituallamiento de Artás que puedo decir. Llegué hecho un zarrio y sali campeón del mundo (foto). La música y los gritos se oían desde la entrada del pueblo. Allí estaba Rubén que se había caido en el km70 y, mientras yo daba la vuelta a Mallorca, había pasado por ambulancia, hospital, ducha y había llegado aquí. Paré. Un buen rato. Hicimos bromas con los voluntarios que se empeñaban en convencerme que lo que quedaba era nada. Tres repechos y listo. Les dije que no volvería a comer brazos de gitano en mi vida y que nos veiamos a la noche en la fiesta de premios. Subí a la bici y, campeón del mundo, salí camino de meta. A saco. Así es como llovía. Pero ya daba todo igual. 26kms, tres repechos, unas cuantas rotondas, un par de grupos más que pasan silbando y me dejan. Da igual. Ya lo tengo. Hablo en voz baja con gente que tengo en mente, como si les llamara por teléfono. Les cuento a todos lo mismo. Qué ya estoy casi. Que ha sido duro pero menos que yo. Que hay que entrenar más...la próxima vez. Que me he acordado mucho de ellos.
Solo. Recta final. Casi oscuro por la que esta cayendo. Reconozco el perfil del hotel cuándo nos desvían por el carril auxiliar.
Meta a 150 m. Lloro otra vez. No se nota porque llueve, pero unos lagrimones me nublan la vista. La ecuación es que como me duele todo, no me duele nada. Me pregunto ¿ahora, con lo que has pasado, te va a dar pena acabar? Pués si.
El agua resbala desde dentro del casco, cayendo por la cara como en la ducha; según el reloj de meta hace 13h 6' que salí de este mismo punto. Me paso la mano por la cara para quitarme el agua. He repetido este gesto cientos de veces hoy. No me fío de las fuerzas y no suelto el manillar para entrar en meta. Levanto la cabeza y grito.
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Apenas 30min después llegaron los koalas con su tandem en una demostración increible de cojones, destreza e ilusión. Que n'aprenguin !!!

5 comentarios:

  1. Que trilogía más buena de crónica. El año que viene espero sufrir esta misma experiencia ;)

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  2. Sencillamente excelente, felicidades.

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  3. Que tres crónicas mas buenas. Leídas del tirón. Inspirador y emocionante.
    Espero que te sigan convenciendo para mas cosas.

    ¡Felicidades!

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  4. Lo mejor para alguien que le gusta escribir es que haya gente que le guste lo escrito. Gracias !!

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  5. Qué bueno es volver a leerte.

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