viernes, 2 de mayo de 2025

porque a mi la nieve nyec

debajo de la nieve, conservadas en frío, descansan las piedras y la hierba que pisaré pronto. mientras tanto tiro a zonas de menos altitud donde no hay manto blanco ni placas de hielo. no, no me gusta la nieve. y mucho menos el hielo. como yo lo veo, en todas las relaciones entre dos partes hay una balanza amor-odio que en este caso esta claramente decantada hacia el odio. odio por mi parte, que a ella no le he preguntado nunca ;-) y os dejo dos perlas por lo que pienso que es así.
(1)ya desde pequeño en casa de mis padres, nevar y nieve eran sinónimo de problemas. para el que no lo sepa mi padre era camionero. dormía una noche en casa y otra en el camión. arriba y abajo por esas carreteras nacionales de dios que, viviendo en ávila, se convertían en trampas cuando caían copos a mansalva. y así recuerdo a mi abuela amparo, cuando sus vacas barruntaban nieve, subiendo a casa para avisar de lo que venía. y solía pasar que pocas horas después, como mi padre no se podía estar en casa si el camión tenía la carga, se volvían a juntar mi madre y mi abuela hablando bajo y comentando si mi padre, "que ya tendría que estar aquí" estaría con el camión tirado en una cuneta hasta que la carretera se abriera de nuevo. "¿no ha llamado?" solía preguntar mi abuela que se murió sin conocer los móviles. "no, desde que salió ayer no se nada", contestaba mi madre mientras nos ponía la cena a los cuatro hermanos. y acostado desde la cama las oía, sentadas al brasero, charlar mientras esperaban que llegara mi padre o tener noticias de él. casi siempre sin éxito. al día siguiente o a los dos días llegaba mi padre contando sus donde, como y cuanto por culpa de.



(2)la segunda anécdota me pasó siendo ya más talludito corriendo en andorra la primera edición de eufória. carrera por equipos de dos que habíamos preparado con salvador vilalta lo mejor que pudimos. tras unas pocas horas de las muchas que nos esperaban cruzamos un nevero en el fondo de un valle. él delante y yo detrás. por debajo se intuía que pasaba agua pero era difícil adivinar que se hundiría conmigo. lo justo para quedarme enganchado por el culo. tras el primer susto, salva volvío atrás y tiro de mi para sacarme. con sorpresa vemos que la capa superior, seguramente helada, había rascado usando como tope mi tibia, la piel de mi pierna. la sangre que ya de por si es escandalosa, se volvió más al extenderse por la blanca nieve. rápido me estiré sobre la fría cama con la pierna en alto mientras mi compañero activaba el botón de SOS de la baliza que llevábamos. tuvo que salir ladera arriba para tener mejor cobertura mientras donde yo estaba llegaba el equipo checo que, con un botiquín y conocimiento digno de quirófano, me curó la herida y me vendó como veis en la foto. tan bien lo hicieron que cuando el helicóptero de los bomberos vino los oí comentar que "mejor no lo toques que no lo vamos a hacer mejor que como está". y mientras el helicóptero iba camino del hospital y mi compañero se unía a otro equipo para seguir la carrera odié de nuevo fuerte la nieve y el hielo.

ambas historias las he contado muchas veces pero nunca las había escrito. se que entre las dos situaciones hay una importante diferencia pero yo las cuento juntas. porque a mi me sirve para entender porque no he esquiado nunca y porque me gusta mucho que caiga nieve pero no la nieve caída. y respecto a la segunda, no se me olvida que, como dice mi madre, al que teniendo cama duerme en el suelo no hay que tenerle consuelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario