lo tenía. o pensé que lo tenía. porque nunca pensé que la rapidez de un proceso estuviese peleado con la consistencia. si, es verdad que a veces se abrazan fuerte el fluir lento y la construcción de una buena historia. entrenando, por ejemplo. pero...ojo... tengamos también en cuenta la base de la que partimos. no hemos empezado ayer. otro ejemplo son esos guisos de cuchara hechos a fuego lento. pero, un buen plato de jamón cortado en 10 minutos también es una maravilla. con una copa de vino.
por eso lo creí. convencido. sin estridencias, sin obsesiones. siendo yo. soltando el freno. convencido primero que la velocidad haría que la inercia del salto nos llevaría al otro lado del valle al fondo. dando volantazos después cuando veía que se acercaba el precipicio y el ancho del cañón pareció enorme. y quedé colgado por las ruedas de atrás. en un falso equilibrio que, como en las pelis, resolví saliendo por la puerta del maletero. el último empujón al coche quizás se lo dí yo. pero no al abismo. lo dejé encima porque la vista era impresionante. me doblé sin ponerme en cuclillas. desaté y volví a atar los cordones de mis zapatillas. no hacía falta pero me pareció un buen gesto. mientras lo hacía, por entre las piernas miré el pasado inmediato. y eché a caminar. y luego corrí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario